LOLQUE

QVI SESE DEVOVERIT, VOLCANO ARMA SIVE

CVI ALII DIVO VOVERE VOLET IVS EST

TITI LIVI
AB VRBE CONDITA
LIBER VIII, 10

Los exvotos son una forma de ofrenda votiva consistente en una pintura de manufactura amateur, que incluye una breve descripción del milagrito realizado junto con el nombre de quien cumple con su promesa solemne + la leyenda «ex voto svscepto», o sea, “op delivered”, que después fue como se les terminó llamando -aunque la leyenda final cayó en desuso.

Voto es participio del verbo Voveo, que implica rezar; prometer; sacrificar; ofrecer algo a una deidad a cambio de un favor. En el fragmento citado de Tito Livio se mientan varios de sus significados, metámonos un poco en el contexto: El comandante Decio se ofrendó a sí mismo durante la batalla, siguiendo lo indicado por el Pontifex Maximvm (como el Papa, pero antes sí le entraba a los chingazos) cubrió su cabeza con la toga pretexta (gesto solemne, mismo que intentó Julio César mientras lo filereaban, a fin de lolmorir con algo de dignidad) y pronunció una plegaria en la cual solicitaba el favor de las divinidades para conseguir la victoria sobre los enemigos del romano pueblo, mientras se hallaba de pie sobre una jabalina.

No sólo ganaron, sino que Decio además sobrevivió. Empero, esto lo vetaría para desempeñar cualquier función religiosa (como ser nombrado Pontifex Maximvm), aunque “Tiene el derecho de ofrendar sus armas, sea ofreciéndolas en sacrificio o de otra manera, a Vulcano o a cualquier otra deidad”. La jabalina sobre la cual se ofrendó Decio no debe pasar a manos enemigas, de ser así tendrá que ofrecer una suovetaurilia (ritual de lvstratio -bendición y purificación de la tierra- que consiste en sacrificar un cerdo, un cordero y un ternero -todos machos- con su respectiva liturgia y así) como propiciación al Dios Marte.

En nuestro tercermundista contexto, un exvoto sigue siendo una representación pictórica plasmada usualmente sobre lámina o madera, la cual se exhibe en altares específicos de las catedrales. Los favores recibidos y sus histriones no se caracterizan por apegarse a la moral católica tradicional, ni imploran ser curados de sus respectivos vicios, demuestran que la teodicea no acaece en esta vida; existe la absolución y el socorro apostólico, chingando a su madre Foucault, los exvotos manifiestan que la religión no se reduce a la confesión pastoral, la sobrecorrección ni a la producción subjetiva de anormales, pues en un retablo se hace pública la transgresión y no desde el anonimato, sino con todo y rúbrica del creyente.